domingo, 25 de octubre de 2009

Augusto Monterroso


DECÁLOGO DEL ESCRITOR


Primero. Cuando, tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.


Segundo. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.



Tercero. En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: En literatura no hay nada escrito.

Cuarto: Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.


Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de dia y noche.


Sexto. Aprovecha todas la desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita, pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.


Séptimo. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.


Octavo. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de esas dos únicas fuentes.


Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.


Décimo. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.


Undécimo. No olvides los sentimientos de los lectores Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos. pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.


Duodécimo. Otra vez el lector. entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones, si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.


Tomado de La Cultura de México. Suple-
mento de Siempre!, Num404, 5 noviem-
bre de éste y otros textos de E.T. recogidos
en ese número se lee: "Por último, hay que
aclarar que el Decálogo, según comunicación
del propio Torres, tiene doce mandamientos
con el objeto de que cada quien escoja los
que más le acomoden, y pueda rechazar dos,
al gusto. 'Si la raza humana', añade, 'ha re-
chazado siempre los de la Ley de Dios, ésta
es una precaución hasta cierto punto in-
genua'."




DÍA MUNDIAL DEL ANIMAL VIVIENTE


Este mes se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Animal Viviente, que comprende a todos los seres vivos de la Creación, desde la recalcitrante amiba hasta la conífera más solitaria. Puede decirse que, entre otros, en el reino de la Naturaleza hay de todo; pero es en el reino animal donde se da con mayor abundancia. Más como una abstracción que como otra cosa, píensese un momento en un mundo sin animales; sería un mundo desierto (aunque no sin vida, porque en reino vegetal la hay casi de sobra), un mundo en que el aburrimiento sentaría sus reales.


Pero aparte del mineral, del vegetal y del animal, en la Naturaleza, siempre rica, hay también otro reino: el reino de la divagación. No entremos en él. El objeto de estas líneas no es más que el de llevar al lector, como quien dice, de la mano, a nuestro homenaje a este día, que en la presente ocasión hemos querido gráfico, es decir, sin válidas retóricas ni alusiones molestas, y en el que aparecen hermanados volátiles, lobos y leones, dando así una lección más al hombre, según Hobbes lobo del hombre, y aún, desde el punto de vista del lobo, hombre del lobo.


(En unos días las imágenes)


Extraido de "Demas es silencio" Augusto Monterroso. Anagrama Narrativas hispánicas. Barcelona 1982

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