miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ferreira Gullar


No hay vacantes

El precio de un frejol
no cabe en el poema. El precio
del arroz
no cabe en el poema.
No caben en el poema el gas
la luz el teléfono
el escamoteo
de la leche
de la carne
del azúcar
del pan

El empleado público
no cabe en el poema
con su salario de hambre
su vida encerrada
en archivos.
Como no cabe en el poema
el obrero
que esmerila su día de acero
y carbón
en los talleres oscuros

-porque el poema, señores,
está cerrado:
"no hay vacantes"

Sólo caben en el poema
el hombre sin estómago
la mujer de nubes
la fruta sin precio

el poema, señores,
no hiede
ni huele




En el cuerpo

¿De qué se vale intentar reconstruir con palabras
lo que el verano se llevó
entre nubes y risas
junto con el periódico viejo por los aires?

El sueño en la boca, el incendio en la cama,
el llamado en la noche
ahora son apenas esta
contracción (este resplandor)
del maxilar dentro del rostro.

La poesía es el presente.



Muerte de Clarice Lispector

Mientras te enterraban en el cementerio judío
de San Francisco Javier
(y el brillo de tu mirada soterrada
se resistía aún)
el taxi corría conmigo al borde de la Laguna
en dirección a Botafogo
Y las piedras y las nubes y los árboles
al viento
mostraban alegremente
que no dependen de nosotros


Extraído de Ferreira Gullar "Poemas". Traducción de Antonio Cisneros, Embajada de Brasil, Lima, 1987.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Adalberto Varallanos

Ejemplo de poesía nueva

LA poesía nueva, ¿una lección definible? Por partes. De las teorizaciones -numerosas- entresaquemos una.
La poesía vieja era alejamiento, evocación directa, búsqueda de la anécdota y acomodo al manejo retórico. La poesía vinculada a la música: simbolismo; a la forma pétrea: parnasianismo; al sentimiento directo: romanticismo. Un día huye del ropaje verbal: elocuencia, explicación de la música fácil, del metro y de la rima, para darse como tal: poesía artística.
En la poesía nueva, el autor como humano está lejos y hay en ella la libertad de la misma estética. Los condimentos de la poesía de hoy, serían: seguridad y valor de la palabra por sí, casi extirpación de la anécdota, construcción del poema según la disposición del poeta, utilización de metáforas o imágenes, alegría, humorismo, referencia a estados puros o clínicos del sujeto y cambio integral de los motivos.
Por cierto, dentro de la poesía nueva, cabe una diversificación en relación no sólo a las leyes de las tendencias o escuelas poéticas, sino desde el ángulo de la apreciación personal. En arte, se repite con estricta frecuencia, lo venerable es lo personal; no lo común.
Y dentro de la poesía en general, cabe una poesía que no es nueva ni vieja sino permanente.
La poesía, según Paul Valéry, es una dificultad donde no han llegado sino pocos, o casi nadie. Alta matemática, mística, estados de éxtasis, inconsciencia lírica del individuo: poesía efectiva. Síntesis: ésa es la característica de lo más caracterizable.
A un lado dejemos la discusión si la poesía es humana o no. Si la poesía es un producto cerebral decadente, vacuo, simple juego de imaginaciones enfermas, etc. El poeta y su poesía cuando han sido populares, humanos, demasiado humanos, no han sido tales. El poeta es de la apreciación de los elegidos y de los dispuestos a elegirse. El concepto de arte es siempre un concepto de calidad y no de cantidad.
He aquí que Giménez Caballero –hombre transatlántico, espíritu oteador de los cinco continentes, raidista, exponente intelectual de la nueva generación literaria española, “inspector de alcantarillas infrahumanas”, poeta, periodista, ensayista, crítico, cineasta, deportista y joven del siglo XX- nos alarga este poema: Oda al bidé . Imaginismo exuberante, vértigo excentrista. Planeamiento de un motivo – el bidé- hacia las afueras de un espacio intercalado entre el poeta y el aire de su creación. Poema en vértigo monotérico, astral, insumiso.
Señor lector del Perú: También aquí usted encontrará motivo para su protesta. No es posible permanecer en mutuas comprensiones. Si la poesía no es de su uso personal, deje que se vuelva del uso del poeta. Y cuando, en un golpe humanitario, clame usted con un no entiendo; comience a pensar que a lo elevado no se llega por ese camino, sino por el otro, por el contrario. Para conocer y tener la seguridad del espacio que se halla tras del cielo, es necesario renunciar a uno mismo. O suicidarse.
1928

Extraído: Permanencia (edición póstuma), Adalberto Varallanos, Ediciones Andimar, Buenos Aires 1968