lunes, 19 de septiembre de 2011

Jesús Abascal

NEVERMORE

Realmente, él no llegó a tener conciencia de lo que representaba aquel destello increíble enceguecedor. Cuando el sonido decidió justificar abrumadoramente la presencia de la luz, el hombre no era ya más que una sombra. Tal vez hubieran bastado fracciones de segundo para hacerle comprender al infeliz lo que significaba semejante estallido luminoso. Pero ocurrió que, a partir de aquel instante, el tiempo se detuvo para siempre. Y entonces ya nadie pudo explicárselo. 


EL ENVIADO

Corrió hacia la boca del pozo como un desesperado. De las profundas aguas de su interior, a más de un centenar de pies de la superficie, los quejidos se hacían más prolongados y estremecedores. Moisés se inclinó  sobre el brocal de piedras y asomó la sudorosa cabeza por el oscuro e impenetrable círculo. Abajo, alguien se ahogaba. Con solo echar una soga el infeliz podría salvarse. Moisés tenía en sus manos la vida de aquel hombre. Afirmándose con cuidado en las piedras, Moisés, gritó con decisión: "Hermano, no te angusties más que tu agonía ha terminado!" Al escuchar este mensaje redentor el desdichado inmerso columbró un luminoso rayo de esperanza. Y con la voz ronca y entrecortada sollozó con inmensa gratitud: "¡Gracias, Dios mío, por oír mis plegarias!" Entonces Moisés instrumento del Altísimo, cumplió la promesa que había hecho. Y tomando entre sus recios brazos una pesada rueda de hierro que había cerca, la dejó caer con todas sus fuerzas ningún otro lamento. Moisés se retiró discretamente para continuar sus labores.


EL JUGLAR

Era un poeta puro. Un gran poeta. Había vivido y sufrido y llorado. En su momento y lugar había también liquidado su deuda con el destino, muriendo oscuramente de una enfermedad vulgar encima de una cama ajena y sucia. Durante años estuvo madurando su obra, una obra profunda, plena de lirismo y envuelta en tono elegíaco, a la vez, que confundió a los críticos y conmovió a todos los literatos de su época. Lo curioso es que toda esa obra, la obra conseguida a través de una vida entera, de una vida de sueños y de realidades, se limitaban a un solo y único poema, escrito pacientemente sin escatimar ningún esfuerzo. Bajo el título ambicioso -se comprende- de "Meditación de un hombre simple", el poeta había encerrado toda su experiencia, todo su arte y toda su exquisita sensibilidad, en una sola estrofa, una estrofa breve de cuatro versos y cada verso de una sola palabra. En muchas antologías figuraba el texto completo de esta obra maestra. Decía así: 
Ya
           no 
                            hay 
                                                     tiempo...



OSCUROS HABENT ET NON VIDEBUNT
(Variaciones sobre un divertimiento ajeno)

Sólo quienes toman sosegadamente aquello
 por lo cual se atarea la gente del mundo, pueden
atarearse por aquello que la gente   del   
mundo  toma sosegadamente.
Changa Chao

Kamot comenzó a subir por la escalera en espiral. Apenas si había asecendido por una docena de peldaños cuando escuchó la voz de un vecino hablándole desde abajo:
-¿Adónde vas, Kamot?
-A la buhardilla - comentó el anciano.
-¿Qué buscas allí? -preguntó el vecino.
-Un gato negro -respondió el filosofo.
-Kamot, amigo mio... Bien sabes que aquello está completamente a oscuras... -dijo el otro en un tono indulgente.
-Lo sé -contestó el pensador.
-... Y además, dentro no hay ningún gato -insistió el vecino.
-Por eso lo busco -concluyó el sabio.
Y siguió subiendo la escalera.


INGRATITUD

La música le permitía, posiblemente, una suerte de comunicación consigo mismo que él apreciaba extraordinariamente. Entonces me pregunto, ¿por qué alcanzó aquella definitiva paz interior cuando quedó completamente sordo?


Extraído de Staccato, Editorial Unión, La Habana, 1967

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