FUNDACIÓN
Como quien dice: anhelo,
vivo, amo,
inventemos palabras,
nuevas luces y juegos,
nuevas noches
que se plieguen
a las nuevas palabras.
Hagamos
otros dioses
menos grandes,
menos lejanos,
más breves y primarios.
Otros sexos
hagamos
y otras imperiosas necesidades
nuestras,
otros sueños
sin dolor y sin muerte.
Como quien dice: nazco,
duermo, río,
inventemos
la vida
nuevamente.
LUGAR
Sabeís que llevo un esquimal dormido
en el lugar del corazón.
Después de abandonar las catedrales,
el diasapón febril de las tabernas,
llegué al confín, a la frontera inalcanzada.
Sabeís que llevo un arenal baldío
en el lugar de las palabras.
Por debajo del miedo,
por caminos cerrados desde antiguo,
se aventuró la mano hasta el silencio.
Sabeís que llevo una pupila roja
en el lugar de la alegría.
NOCTURNO
Déjame nadar por tus venas,
por tus ríos de sangre
y de saliva,
por tus mandíbulas de sombra,
por tus rincones tiernos,
por tus lentos respiros,
por tus ojos serenos,
por tus palabras tristes,
por tu sonrisa inquienta,
por tu marcha sobre el asfalto
turbio de las ciudades:
déjame serte.
NADA
Mis ojos se ennegrecen
ante estos días
de luz y risas ajenas,
de sal, de muerte hueca
en la sangre.
Quisiera desnudar mi grito
en la calle,
volcarlos en las esquinas,
atravesar paredes
y canciones,
golpear en lo más bajo,
trepar los pensamientos,
devorar las raíces del asombro.
Mis manos se marchitan
abrazando la nada
como esas hojas turbias
que se aferran al árbol.
La burla sopla su clarinete
y mi niebla se desenrosca,
me pide libertad,
se marcha
y se estrangula las horas.
AHORA
Las vida es prosa
coagulada en barro,
en piel,
en rojo tumefacto.
La vida es esta cosa doméstica
que manoseo todos los días
con indiferencia,
con la pasividad de un ave de corral,
sin sueños.
La vida no tiene ese color
que se presiente de lejos,
nos hipnotiza
con su arco iris
de impúdica esperanza.
¿Y después, después qué?
Pero ahora pienso
en la vida.
Esa prostituta.
De: Edad sin tregua (1958)
Extraidos de La Morada imposible. Tomo I. Edicion a cargo de Ana M. Barrenechea y María Negroni. Ediciones Corregidor. Buenos Aires, 2001.
Fotografía del mismo libro.
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