......
Me pareció atrayente y encantador. Hablaba con un acento; creo que es extranjero.
Lo es. Llegó a este país hace varios años. Pero ahora está permanentemente aquí.
¿Lo conoces bien?
Si.
¿A qué se dedica?
Es arquitecto. Diseña edificios altamente funcionales, donde el estilo apenas es secundario: hospitales, escuelas, funerarias, cárceles, clínicas para animales.
¿Funerarias?
Ciertamente. Hay que construirlas, también, como las maternidades... ¿sabes?
Pero son algo tan poco usual...
En realidad, no. Una vez, él me dijo que, a fines de la década de 1930 - 40, cuando acababa de egresar de la universidad, trabajó para una firma de arquitectos. Su primera misión fue diseñar planos para un campo de concentración.
Se negó
No, no se negó. Aunque aquello era difícil, porque había muy poco precedentes, hacía mas excitante aún el pedido. Me dijo, que en esa época, muchos arquitectos competían para realizar proyectos patrocinados por el gobierno. Desde luego cuando diseñaban una escuela o un hospital y aun una carcel, él y sus colegas podían imaginarse facilmente a sí mismos en ese recinto, pero un campo de concentración era algo totalmente distinto: exigía una visión excepcional. Con todo, tenía algo de escuela, de hospital, de sala de espera de edificio público y también de funeraria; sólo que el sector para eliminar los cadáveres era más eficiente. Sobre todo, tenía que ser funcional: tal era la filosofía subyacente en él. Aquel hombre había tomado cuidadosamente el terreno: un estilo de campamento para un franja desgarrada de ondulantes laderas y otra para un territorio sin árboles semejante a una estepa. Como abundaban el dinero y la tierra, los diseños de mi amigo pronto fueron aceptados. Sin embargo, aquello sólo era un proyecto. Uno miraba desde muchos puntos de vista: en una maternidad, por ejemplo, se vá más gente que la que llega; en un campo de concentración, sucede todo lo contrario. Su finalidad principal es la higiene.
Me pareció atrayente y encantador. Hablaba con un acento; creo que es extranjero.
Lo es. Llegó a este país hace varios años. Pero ahora está permanentemente aquí.
¿Lo conoces bien?
Si.
¿A qué se dedica?
Es arquitecto. Diseña edificios altamente funcionales, donde el estilo apenas es secundario: hospitales, escuelas, funerarias, cárceles, clínicas para animales.
¿Funerarias?
Ciertamente. Hay que construirlas, también, como las maternidades... ¿sabes?
Pero son algo tan poco usual...
En realidad, no. Una vez, él me dijo que, a fines de la década de 1930 - 40, cuando acababa de egresar de la universidad, trabajó para una firma de arquitectos. Su primera misión fue diseñar planos para un campo de concentración.
Se negó
No, no se negó. Aunque aquello era difícil, porque había muy poco precedentes, hacía mas excitante aún el pedido. Me dijo, que en esa época, muchos arquitectos competían para realizar proyectos patrocinados por el gobierno. Desde luego cuando diseñaban una escuela o un hospital y aun una carcel, él y sus colegas podían imaginarse facilmente a sí mismos en ese recinto, pero un campo de concentración era algo totalmente distinto: exigía una visión excepcional. Con todo, tenía algo de escuela, de hospital, de sala de espera de edificio público y también de funeraria; sólo que el sector para eliminar los cadáveres era más eficiente. Sobre todo, tenía que ser funcional: tal era la filosofía subyacente en él. Aquel hombre había tomado cuidadosamente el terreno: un estilo de campamento para un franja desgarrada de ondulantes laderas y otra para un territorio sin árboles semejante a una estepa. Como abundaban el dinero y la tierra, los diseños de mi amigo pronto fueron aceptados. Sin embargo, aquello sólo era un proyecto. Uno miraba desde muchos puntos de vista: en una maternidad, por ejemplo, se vá más gente que la que llega; en un campo de concentración, sucede todo lo contrario. Su finalidad principal es la higiene.
¿La higiene? ¿Qué quieres decir?
¿Has visto alguna vez cómo exterminan a las ratas? O, mejor dicho... ¿Te gustan los animales?
Naturalmente.
Bueno. Pues las ratas también son animales.
No, en realidad. Quiero decir que no son animales domésticos. Son peligroso y por eso hay que exterminarlas.
Precisamente: hay que exterminarlas; es problema de higiene. Hay que eliminar a la ratas. Las exterminamos, pero eso nada tiene que ver nuestras actitudes con los gatos, los perros o cualquier otro animal. A las ratas no se las mata... nos desembarazamos de ellas; o , para usar una palabra mejor, las eliminamos; ese acto de eliminación carece de todo sentido. No contiene un ritual ni un simbolismo; el derecho del verdugo no se discute jamás. Por eso, en los campos de concentración diseñados por mi amigo, las victimas nunca siguieron siendo individuos; se convirtieron en seres tan idénticos como las ratas. Sólo existían para que las mataran.
...
No puedo hacerte el amor ahora. ¿Por qué insistes?
Quiero hacerte el amor cuando estás con la mestruación. Es como una parte de mi ser quedara atrapada en ti y como si tu sangre fuera mía, brotando de una vena que nos perteneciera a ambos. ¿Qué sientes entonces?
Siento que la sangre mancha nuestros cuerpos como si tu dureza me hiciese sangrar, como si hubieras flagelado la piel y devorado y como si hubieran drenado.
Extraído de Pasos, editorial Losada, Buenos aires 1969
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