jueves, 20 de septiembre de 2007

Reinaldo Arenas

"EL PALACIO DE LAS BLANQUÍSIMAS MOFETAS"


1
LA MOSCA


la mosca tiene seis patas grises, pequeños garfios inquietos y mínimos que suelen estar siempre en movimiento, detectando. Los ojos de la mosca, formado por millones de ojos microscópicos, carece también de párpados, y, a mi escaso entender, no son decisivos en la hora de las búsquedas. Con su cuello corto, con sus cortas alas, con sus seis patas-garfios que a su vez se subdividen en infinitos minigarfios, con su vuelo preciso y somnoliento, y con su indiferencia ante las palabras, la mosca ha logrado adaptarse a las grandes temperaturas, al frío, a la humedad, a lo oscuro, a los bruscos cambios y a los sucesivos estragos del hambre. Pero vista boca arriba, la mosca ofrece un espectaculo más desolador: millones de membranas, de pelos, de pequeñas púas, de aberturas rocosas, rosadas, húmedas, supurantes, hediondas, se agitan sobre aquel paisaje de coraza erizada, de ventosa oscilante. La mosca se reproduce a velocidad rítmica e impostergable. Una mosca puede poner al día más de doscientos huevos. Además es incierto (como afirmaron muchos) que su vida se limite sólo a 24 horas. Dos sentidos, dos instintos, tiene su existencia: revolver la carroña y fornicar.

2
LA MOSCA

Pero la mosca puede remontarse a alturas citables. Está en el cagajón de la vaca, sí; está en el bofe del perro recién atropellado, sí ; pero también investiga la lengua del ahorcado; también se posa en la crin de un caballo, en la copa de un laurel, y, aunque quizá por equivocación, en la corola de las rosas. Millones de años-acoso la han hecho astuta; presiente generalmente nuestras intenciones. Antes de que hagamos el gesto preciso, alza el vuelo. Científicos especializados, entusiastas muchos, se han dedicado, con pasión de poeta, al estudio de este legendario insecto. Se clasifican ya más de mil quinientas variedades. Se sabe que es dañino, persistente e inmortal. Surgió, desde luego, con mucha anterioridad que el hombre. Documentos irrebatibles testifican que la mosca estuvo en la crucifixión de Cristo, en el asesinato de Clitemnestra y de María Antonieta, y que revoloteó triunfal, sobre los huesos momificados del primer Faraón. La mosca habitó también la placenta funeraria que alojó al primer emperador Lao Tsé, el Gran Uno, el rey sagrado de la primera dinastía. Quizá ahí proviene la hipótesis de que el color preferido de la mosca es el amarillo. Pero su gran debilidad, todos lo sabemos, la constituyen los cristales.

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3
LA MOSCA

La mosca es inmune al ruido, a la claridad; no la alteran las vibraciones. He visto flotar una mosca, aparentemente muerta sobre un charco de agua, más de un día, en espera de que una hoja, un viento, una gran evaporación, acudan en su ayuda. Hábil sabe reconocer la respiración fingida del falso durmiente que espera su llegada. Hábil establece rotundas diferencias entre la boca abierta del muerto y del que sueña. Pero terca, persistente, se empeña a veces en un objeto superficial -una cabellera, la curva de una oreja, el triángulo de una nariz, el fulgor del terciopelo- y es capaz de seguirlo por varios kilómetros, tan sólo para desmotrarse a sí misma que puede hacerlo, o estimulada quizá por el rechazo, por la indiferencia, por la inutilidad de aquel objetivo. Como un ser auténtico es un ser diabólico: Conoce el secreto de las levitaciones y camina de patas para arriba aferrada al cielorraso. Como es un ser diabólico es un ser eterno: No le importa habitar en las cloacas, en las audiencias, en los ataúdes destartalados ni en las oscuras fosas de los excusados. Sabe que en algún tiempo (en el pasado, en el futuro, quizá) estas costumbres obtendrán también su reconocimiento, se les descubrirá el caracter abnegado, noble, heroico de las mismas... Aunque al parecer hasta ahora, la mosc, demasiado apegada a la vida, a la naturaleza, es indiferente a las condecoraciones, no es necesario consignar que algún día revoloteará, acaso por pura curiosidad, sobre medallas tintineantes, sobre profundas copas, sobre pliegos honoríficos discernidos en ella... En los lentos días de mediodía de verano a menudo cae un chaparrón. El aire se vuelve transparente, ligero, lleno de olores. La mosca parece entonces infringir la bien conocida tradición según la cual ella nunca hace esfuerzos inútiles. Se eleva; juega y cesea, bañándose en el rayo que se filtra por entre los árboles y va a morir en el umbral de la puerta. De agitación, de este baño, de esta combinación del movimiento y luz nace la mosca verde, la mosca roja, la mosca violeta: el arquetipo mosca azul del trópico.

(pag 291)